29.9.03

Sueño XXXI: Caminaba por la calle cuando lo encontré. Mi corazón dio un salto brusco y comenzó a latir con rapidez. Me cercioré una y otra vez de que era él: delgado, pálido, con esa sonrisa que siempre me cautivó. Presa de una mezcla de alegría y rabia por todo mi sufrimiento me abalancé sobre él, lo abracé y le grité: "¡estúpido!... ¿No te habías muerto?"... "Qué va, eso era una broma", me contestó con una tranquilidad asombrosa. Me desperté llorando. Mi amigo Joel, mi hermano, mi cómplice, había muerto en marzo. Cuánto deseé no haber despertado.

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