23.5.05

Arte by Edwin Daniel
Sueño 123: Me encontraba mirando la televisión y de momento una noticia en el telediario interrumpió lo que veía. Al parecer, había corrido el rumor de que en Asia un grupo de científicos se encontró con que se había propagado una epidemia muy rara. Al parecer no había mucha información sobre el tema. Sólo decían que era extremadamente peligrosa y que se trasmitía por diferentes medios, tanto el agua como el aire. Tomé un vaso y comencé a beber, cuando el sujeto que mencionaba las noticias recibió un comunicado de último momento. Decía que habían descubierto cuál era el peligro de esa epidemia. Al parecer, el virus no permitía que el ser humano se reproduciera, inmunizando el sistema reproductivo del mismo. En ese momento, el tipo comenzó a contar que muchos países, por miedo a que ese virus se propagara haciendo que la humanidad perdiera la posibilidad de sobrevivir, decidió atacar al continente del cual provenía esta enfermedad. La siguiente noticia ya era conocida: "acaba de comenzar la tercer guerra mundial". Salí de la habitación preocupado por lo que escuché. Afuera de las casas estaban los vecinos de mi cuadra. Era todo un completo caos. Un grupo de personas que parecían militares estaban tomando prisioneros, según ellos para intentar evitar que se contagiaran del virus. Y lo que siguió fue aún más feo. Yo sólo atine a despertar.

3.5.05

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Sueño 122: Estaba en las almenas de un pequeño castillo. Yo era el rey del castillo, y me defendían unos pequeños soldados que no eran más que niños de dos o tres años, ataviados de yelmos muy oxidados. Un mago acudía a las almenas y con el ungüento que me ofrecía iba bendiciendo a los soldados y a mí mismo: era una especie de loción que nos haría menos vulnerables a las heridas. Yo sabía que un ejército enemigo estaba próximo y quería invadirnos, por eso vigilábamos desde las almenas, pero había un pasadizo que daba al sótano del castillo por el que podrían colarse los enemigos. Así que bajaba para cerciorarme de que seguía sellado. Pero cuando estoy allí, veo que ya lo han tomado. Subo de nuevo e intento huir, salgo al exterior, me tumbo en la hierba.Como llevo el ungüento de invulnerabilidad -que ahora también me da apariencia de piedra-, simulo ser una estatua derribada. Llegan unos soldados y se preguntan si soy de verdad o soy estatua. Contengo la respiración. Deciden cortarme la cabeza para comprobarlo. Cuando van a hacerlo, despierto.