3.5.05

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Sueño 122: Estaba en las almenas de un pequeño castillo. Yo era el rey del castillo, y me defendían unos pequeños soldados que no eran más que niños de dos o tres años, ataviados de yelmos muy oxidados. Un mago acudía a las almenas y con el ungüento que me ofrecía iba bendiciendo a los soldados y a mí mismo: era una especie de loción que nos haría menos vulnerables a las heridas. Yo sabía que un ejército enemigo estaba próximo y quería invadirnos, por eso vigilábamos desde las almenas, pero había un pasadizo que daba al sótano del castillo por el que podrían colarse los enemigos. Así que bajaba para cerciorarme de que seguía sellado. Pero cuando estoy allí, veo que ya lo han tomado. Subo de nuevo e intento huir, salgo al exterior, me tumbo en la hierba.Como llevo el ungüento de invulnerabilidad -que ahora también me da apariencia de piedra-, simulo ser una estatua derribada. Llegan unos soldados y se preguntan si soy de verdad o soy estatua. Contengo la respiración. Deciden cortarme la cabeza para comprobarlo. Cuando van a hacerlo, despierto.

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