24.8.04

Artwork by Edwin Daniel

Sueño 103: Por un inexplicable motivo estaba en Madrid. Algo extraño pasaba ahí, había tropas que buscaban extranjeros latinos, los encerraban y los mataban. Me sonaba absurdo, yo tenía mis papeles en regla, pero de todas formas decidí seguir el consejo que alguien me dio y guarecerme en un departamento. Los elevadores no servían así que subí por una escalera obscura y estrecha; al final de la escalera había una puerta blanca. Toqué, me abrieron, dentro había varias mujeres, sólo me acuerdo de dos: mi maestra de Literatura de primero de preparatoria y una niña gordita, rubia y bajita. Una vez dentro empecé a hablar con ellas, solté una carcajada, me reprendieron por ello: había que ser silenciosas. Se escucharon pasos en las escaleras, todas se ocultaron, la niña rubia lloraba detrás de la puerta. Una mujer gorda y muy blanca, con pelo largo y negro nos gritó en inglés que no quería más ruido o no nos prestaría el departamento para escondernos, se fue.
Yo no tenía miedo, salí al balcón con la que fue mi maestra, hablamos de tonterías pero soplaba mucho viento y teníamos que gritar para escucharnos. De nuevo se oyeron pasos en la escalera, se escondieron otra vez, yo no me escondí. Abrieron la puerta, eran soldados. Sólo me llevaron a mí por ser la única visible; eran muchos, uno era rubio, de ojos brotado y azules, era norteamericano. Le pedí que me dejara ir, rehusó. <<Ya te tocará a ti también>> le dije en español. Estábamos en la planta baja del edificio, era un lobby con sillas, parecía la sala de espera de un consultorio médico. Los soldados habían ido por los camiones que nos llevaría una especie de campo de concentración y éramos vigilados por un cabo (habían más prisioneros en el lobby) que estaba sentado a un lado de mi, a su izquierda había una mujer con un vestido color ciruela que lloraba muchísimo. Empecé a hablar con el cabo
-¿Le temes a la muerte? ? Me preguntó
-No, a la muerte no, le temo a la vida.
-¿Cómo es eso?
-Imagina saber que éste es el último segundo que vives. ¿No te llenarías de terror?
-Sí, da miedo...
-Qué bueno que estoy sola, no soportaría ver el último segundo de mis padres o que ellos vieran el mío.
El soldado se soltó a llorar, yo lloré también, volteé a verlo. <<No me vayas a abrazar>> me dijo, abracé a la mujer de pelo largo. El soldado me dejo ir, salí corriendo del edificio pero me atraparon y me llevaron a un campo de concentración, todo estaba sucio, había mucha gente. Nos sacaron a un jardín enorme y nos obligaron a hacer una fila. Varios soldados cargaban armas con municiones naranjas, dos soldados mujeres se me acercaron y me dijeron: <<no te creas con la dicha de morir, esto es sólo para probar puntería, no matan pero duelen mucho sobretodo en las manos>>. Me dispararon en la palma de la mano, grité y enseguida empezó a sangrarme la mano. Yo lloraba de dolor y de miedo, formado detrás de mí estaba el soldado norteamericano y llena de odio le grité: <<Te lo dije, te iba a tocar a ti también, pero no te guardo rencor, ahora estamos en igualdad de condiciones>>.

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