20.11.03

Sueño XLII: Tenía que comprar unos zapatos nuevos, porque eso señalaría la diferencia entre vivir con mi familia y vivir sola. Ahora vivía sola. Recorrí calles en busca de zapaterías, vi modelos y modelos, extraños zapatos en vitrinas decoradas a propósito con telarañas. De pronto recuerdo a una tía mía, recuerdo que es anciana y sé que al recordarla eso significa que ella está llamándome. Recorro las calles empedradas con unas botas rojas o tintas hasta la pantorrilla, como si el recuerdo de mi tía que me llama fuera un aroma que puedo seguir, llego hasta una puerta enorme de madera. Es un hotel. Creo que lo que debo hacer es buscarla allí. La situación es desesperante pues sé que mi tía anciana está pasando por algún tipo de sufrimiento. En eso, una multitud murmulla y grita, no tan lejos, ni tan cerca. Me acerco. Resulta que en la plaza pública de ese pueblo (o ciudad) en lugar de una plaza grande existe una piscina enorme, ahí se ha ahogado un niño mientras un acto festivo se realizaba. Todos los personajes de gobierno estaban presentes, mujeres con joyas, señores millonarios, Arnold Schwarzenegger, pura farándula. Por alguna razón, entendí que el niño se había ahogado mientras todos contemplaban el acto, sin que nadie quisiera ayudarlo, más bien, era algo entretenido para todos, como un show más.
Voltée a ver a la madre del niño, una vieja gorda vestida de blanco y rojo, en calzones y fumando algo del tamaño de un bastón. Abrió su boca maquillada y me dijo: "tu tía ha muerto" y echó a reír. Yo corrí tratando de llegar de nuevo hacia la enorme puerta, el hotel. Nunca pude hacerlo, desperté.

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