Sueño XII: Camino por pasillos y claustros, en los que se filtra el sol exterior, mientras un viejo monje me cuenta que hay un tigre suelto por allí (resulta que soy una experta en tigres y me han llamado, lo que me hace sentir como un Guillermo de Baskerville). Cuando estoy el claustro, el sol forma dibujos en el suelo, contrastando con la sombra, como sólo sucede en pleno verano, huele a huerto, oigo chicharras, y todo parece tranquilo. Me apoyo en una columna, pero está hecha de una roca rojiza que se deshace como arena cuando la toco: escucho gritos y carreras a lo lejos y veo al tigre, aunque no tengo ningún miedo (de algún modo, sé que no me va a atacar).
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